De familia con tradición apícola, llevamos años practicando la apicultura tradicional.
Contamos con un censo de mas de 400 colmenas, que llevamos años trabajando de manera tradicional y natural; intentando no solo no dejar impacto medioambiental, si no además aportar beneficios al medio natural. Después de todo las abejas son conocidas por sus beneficiosa presencia en los ecosistemas. Por un lado está la polinización, imprescindible; pero la presencia de colmenas en el medio natural también aporta un beneficio claro a los ecosistemas: alimento y sustento para muchísimas especies de artrópodos, reptiles, mamíferos y por supuesto aves; aportando gran cantidad de biomasa a las redes tróficas.
A lo largo del año realizamos trashumancias, moviendo parte de las colmenas desde la Ibérica hasta el Valle del Ebro, para pasar el invierno en zonas menos frías. Allí esperarán resguardadas en las colmenas hasta que la floración del romero aparezca a principios de año. Con estos movimientos, no solo conseguimos unas temperaturas mas agradables para invierno, si no también el acceso a otras floraciones, en otras épocas del año. Así, aumenta el número de meses en los que las colmenas tienen disponible néctar y polen para su colonia, y pueden continuar creciendo.
Se trata de un trabajo duro, pero es imprescindible para obtener una materia prima excelente, así como para adquirir un absoluto respeto por el producto, la tan preciada miel; y por las abejas por supuesto. Al fin y al cabo son ellas son las que comienzan a elaborar nuestra hidromiel, recolectando néctar de millares de flores.